Los miércoles visito la casa de mi hermano, trabajamos, ordenamos, creamos, conversamos, nos reímos, nos seguimos conociendo, trabajamos un poco más, hablamos de libros, de proyectos, de ideas, de cosas que nos afligen. Cocinamos, tomamos café, caminamos para agarrar el sol de la tarde en invierno y seguimos camino hasta el siguiente miércoles. La semana pasada me prestó un libro hermoso de Roberto Juarroz, pequeño y genial, Poesía y realidad. Pero antes de irme me mostró otro libro gordo y espacioso de poesía de este mismo autor y, por esas fortunas, me encontré con el poema que quiero compartir hoy mientras seguimos pensando en la posibilidad de parar de pensar. Es un fragmento:
Quizá nos quedemos fijados en un pensamiento,
pensándolo para siempre.
Puede ser que la eternidad no sea otra cosa
que concentrarse sin alrededores
en el pensamiento más denso
y quedarse allí como una planta despierta
que coloniza para siempre su minúsculo espacio.
Nuestra mente se alimenta de la dispersión, y además todo el tiempo está recibiendo estímulos; de ahí también la importancia de reducir ese caudal de información que nos llega, al menos por unos instantes. Y para eso, parar de pensar.
Photo by Paul Skorupskas on Unsplash
Nos dejo entonces con la imagen concentrarse sin alrededores y con la propuesta de entrenar cada día en algún momento 5 minutos de concentración. Si te dan ganas pedinos en comentarios una clase para practicar esto especialmente.
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