😎 Cada momento del año nos trae diferentes invitaciones. El frío, a quedarnos en casa, taparnos con una frazada hasta la nariz y hacer un maratón de series. La primavera, a recorrer la ciudad y ver las flores abrirse, el otoño a apreciar el cambio de colores a la gama de los marrones y esas ganas de salir a caminar y escuchar el crunch de las hojas al pisarlas. El verano te invita a la poca ropa, a andar con levedad y con esa ambigüedad de salgo o me quedo adentro por el solazo y el calor que hace; hay días y días.
🌈 También hay otros momentos, como el inicio del año, que te proponen proyectar, pensar a futuro, ver de dónde venís y un poco hacia dónde querés construir.
😻 ¿Qué pasa si ese balance lo hacemos sobre el plano emocional? ¿Si este año, en esa revisión, tratamos de observar cuáles fueron las emociones que primaron durante el año pasado?
¿Cuánto te reíste, cuánto lloraste, cuándo estuviste ok pero más hacia adentro, o cuánto más chispita y con ganas de que te pasen cosas?
👀 Conocer nuestras emociones y aprender a transitarlas nos permite reelegirlas, reelegir esos sentires y acciones posteriores, o proponernos modificarlos.
Cuando hablamos de inteligencia emocional nos referimos a ganar un mayor conocimiento de las emociones y poder modificarlas si así lo queremos. Jean Piaget define la inteligencia como “la capacidad para adaptarse al ambiente”.
Sabemos que esa capacidad de adaptación es lo que nos permite sobrevivir, hablando desde aspectos más concretos, hasta lo más abstracto, como el mundo de las ideas y las emociones. Esa adaptación propone cambios. Y cuanto más logramos conocernos, más cerca estamos de que nuestras emociones sean cada vez más elegidas y menos impuestas o fácilmente maleables por factores externos.
✏️ Ese trabajo implica fortalecer las emociones que más nos interesen, las que queremos que estén más presentes en nuestra vida, y trabajar para lograr estabilidad emocional. Esa estabilidad dinámica que permite ir para un lado y para el otro sin caernos, sin que nuestras acciones queden a la deriva de un torbellino emocional.
Y como todo conocimiento, nos permite elegir, tener un poco más de decisión y dejar menos espacio para el azar.
¿Ya sabés qué emociones querés cultivar este año? Un proyecto para 2024 puede venir por el lado de transitar por las emociones que más te den ganas.
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