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El universo de la respiración

Sigamos explorando el universo de la respiración, un territorio vasto que nos invita a experimentar, probar cosas nuevas y sentir de manera clara cómo los cambios en este aspecto impactan en todo lo que nos compone. Podemos percibir transformaciones a nivel fisiológico, en nuestro estado emocional y en nuestra mente: la velocidad de los pensamientos, la capacidad de foco y la concentración.


Para que se lleve a cabo la respiración, varios elementos funcionan simultáneamente. A veces, de manera inconsciente y automática; otras, de forma consciente y voluntaria. No en cualquier proceso tenemos esta posibilidad, así que, ¿por qué no conocer más sobre él y, en consecuencia, conocernos más?


Podemos comenzar con lo ya conocido: la respiración está compuesta por dos fases principales, la inspiración y la exhalación. Sin embargo, es posible que hayas notado que a veces hacemos pequeñas pausas, ya sea después de inspirar o de exhalar. Ahí es donde aparecen dos momentos más: la retención con aire y la permanencia con los pulmones vacíos (o lo más vacíos posible). Cuando tenemos en cuenta estas fases y el tiempo transcurrido entre ellas, podemos empezar a hablar sobre el ritmo respiratorio.


Hasta aquí, entonces, tenemos dos conceptos clave: las fases de la respiración y su ritmo.


Cuando dormimos, el cuerpo adopta automáticamente un ritmo respiratorio óptimo para el descanso, que le permite aprovechar al máximo ese momento de recuperación. Al despertar, el ritmo cambia, adaptándose al estado de vigilia. A lo largo del día, diferentes factores pueden modificar la respiración, y el ritmo que adoptemos influirá en nuestro estado general, impactando, como mencioné antes, a nivel físico, emocional y mental.


Algunos ritmos surgen de manera natural, mientras que otros los introducimos con distintos propósitos. Justamente por eso, con algunos nos sentimos más cómodxs que con otros, dependiendo incluso del día o del contexto.


Podemos deducir entonces que los distintos ritmos respiratorios generan diferentes estados de consciencia:


Un ritmo parejo y cómodo de sostener nos ayuda a generar estabilidad. Por ejemplo, usar la misma cantidad de segundos para cada fase: inspirar, hacer una pausa y exhalar en tiempos iguales (1-1-1).

Un ritmo en el que la retención con aire sea más prolongada que la inspiración y la exhalación permite un mayor intercambio de oxígeno y una mejor asimilación. Esto genera una sensación de más vitalidad y energía disponible, como en el ritmo 1-2-1.


Si adoptamos un ritmo específico durante varios minutos, este modificará nuestro estado y, con ello, cómo nos sentimos, pensamos y actuamos.


Parece una herramienta sencilla, pero su impacto es profundamente transformador, ¿no? Guardala como favorita, hacela consciente y tenela siempre a mano.

 
 
 

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