Destreza

Nuestro entrenamiento trabaja constantemente con los límites, con las respuestas y señales que nos brinda el cuerpo. Vamos a exigirle, pero también a respetarlo. Respetar implica conocer: es percibir cómo nos comunica que algo se está movilizando. Identificar dónde aparecen esas barreras nos permite llevar la exigencia al máximo dentro de nuestras posibilidades, para eventualmente poder correrlas un poco más allá.

Nos exigimos porque queremos generar cambios, y esto implica modificar algo que se ha construido con el tiempo. Eso lo notamos primero en el cuerpo, pero también empezamos a verlo en lo emocional y mental. A veces los límites no son físicos, sino que vienen de cómo estamos por dentro: si me disperso, mi mente simplemente no quiere seguir con lo que estoy haciendo. Cuando entrenamos y sentimos que hemos atravesado un límite, al registrarlo en el cuerpo ganamos más capacidad para trasladar esa experiencia al plano interno, a nuestros condicionamientos.

Con el tiempo desarrollamos esta destreza, este arte que nos permite avanzar sobre las propias fronteras, en un camino de desarrollo individual.