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Concentración en una sola cosa

😊 A veces cuando queremos pensar algo más profundamente, entrecerramos los ojos o desenfocamos la mirada. Al hacerlo, entre otras cosas, nos estamos volcando hacia adentro, desdibujando el entorno para enfocarnos en una única cosa, ya sea una idea o algo en lo que queremos ahondar.


🙂 Lo mismo que hacemos con los ojos, probablemente también lo llevemos adelante con el resto del cuerpo: nos alejamos de la zona ruidosa de la casa, o de los lugares donde hay mucha gente. Nos retiramos por unos instantes del mundanal ruido.


🙃 Pero una vez que estamos ahí, ojos entrecerrados, sillón favorito, ventana despejada, té en mano, ¿qué pasa con nuestros pensamientos? ¿Acompañan el paso a paso del cuerpo? ¿O siguen en el remolino de un cuchicheo sin fin?


😎 Puede que ellos se hayan acomodado también, en el mullido sillón mental, y hayan enfocado como una lupa aquello que queríamos, respondiendo al estímulo externo que los lleva a aquietarse. Pero puede que no. Que con una determinación voraz, sigan revoloteando como granizo en la ventana de nuestra mente, sin dejarnos concentrar en nada.


🤓 Hay días y días. Pero más allá de eso, de lo circunstancial, está aquello que vamos buscando construir día a día, y ahí está la clave. Por eso es interesante, fuera de la instancia de necesidad, jugar al foco, proponernos detener el pensamiento en algo, y mantenerlo ahí unos minutos, dejando que lo demás se vaya atenuando hasta perder intensidad. Y después seguir camino en nuestros asuntos, para volver en otro momento a enfocar.


🕺🏽Es en ese, por momentos, juego, por momentos entrenamiento, que vamos instalando un hábito, una posibilidad: la de enfocarnos profundamente en algo cuando lo deseamos. Esa capacidad es la puerta de la concentración y la meditación, pero también de las ideas y la creatividad, e incluso hace posible que nuestra mente descanse, se despeje y pueda responder más lúcida a los estímulos del entorno.

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