Aprender a través de la permanencia

Hay cosas que requieren tiempo. En las que la vivencia contínua crea algo mucho mayor que la sumatoria de las partes. En las que el tiempo de exposición va generando una experiencia que crece en intensidad por cada momento que la sostengamos.

Hace poco ví I saw the TV glow, una película que llamaría de suspenso ambiental. Si ves las escenas por separado, la entendés, pero la sensación profunda que genera sólo se logra si la ves de un solo tirón. Si dejás que, escena tras escena, el ambiente, las imágenes, los sonidos, las emociones vayan entrando de a poco en vos y construyendo una sensación intensa que va in crescendo, hasta que al final de la película no sólo te envuelve esa sensación, sino que es parte de vos y sentís y vivís a través de un nuevo estado que se ha ido generando en tu interior.

Si voy a estudiar, lo que aprendo y logro retener tiene mucho que ver con el tiempo que le dedique. Si corto el estudio cada diez minutos también estoy cortando ese estado que se va generando en mí, de incorporar, de estar receptivo. Un estado de conciencia y predisposición para aprender, crear, experimentar requiere mantener la continuidad del estudio.

En nuestra práctica hacemos permanencias que nos permiten profundizar en cada técnica. Nos dan tiempo para observar cómo reacciona el cuerpo, qué partes se están ejercitando más, si precisamos llevar más fuerza o, al contrario, relajar aquellos músculos. Nos permiten ver cómo está nuestra mente y enfocarla en lo que estamos haciendo. Una técnica que parecería ejercitar sólo músculos y articulaciones termina trabajando a niveles cada vez más profundos.