🎂 Este año cumplimos veinte años de escuela. Ya lo dijo Alex la semana pasada, ¡pero no me canso de decirlo y de festejarlo! Veinte años no se cumplen siempre, y son años de construcción en conjunto, de crecimiento personal y colectivo, de vernos transformarnos, consolidarnos. Hablo en plural, hablo por mí, por la escuela, y lo veo y me lo cuentan las personas que por aquí transitaron y transitan. Qué importante es tener un lugar que habilite, que nutra, que posibilite. Eso es la escuela para mí.
🧐 Hipócrates, el padre de la medicina de la Antigua Grecia, decía “en tus alimentos hallarás tus medicamentos”, aforismo que luego fueron transformando otrxs filósofxs en dichos como “somos lo que comemos”. Y sí, tiene su lógica. Si estamos bien nutridxs, contaremos con la energía necesaria para que el cuerpo pueda activar su maquinaria. Es fácil advertir que lo que comemos influye en nosotrxs: si ingerimos alimentos de buena calidad, será mejor el rendimiento y menor el desgaste del cuerpo.
👀 Como sabemos, somos un ensamble hermoso de materia física, emociones y pensamientos. Un ensamble que no siempre suena armónico, a veces es más bien un ensamble enmarañado. De todas estas piezas, algunas son más tangibles y otras más sutiles. Es por eso que muchas veces, para abordar aspectos que no son tan predecibles, elijo empezar por situaciones concretas que sirven como ejemplo.
🔥 Así como la alimentación tiene un efecto muy concreto a nivel físico, que es el medio en el cual se manifiesta, existen cosas que influyen en las emociones y los pensamientos, y tal vez pasen desapercibidas. Viajar nos abre la cabeza, probar cosas nuevas, escuchar música nos reverbera en todo el cuerpo, conocer diferentes culturas, diferentes paisajes nos saca chispas en el cerebro. Estas experiencias son nuestro alimento mental. Tal como nutrimos las células, podemos nutrir la mente, ya que dependiendo de la materia prima con la cual contamos, van a ser los pensamientos e ideas que generemos, y también la creatividad y la capacidad de construcción.
🥑 Entonces, si somos lo que comemos, ¿cómo no echarle un ojo a ese alimento? Al ser más conscientes de esto podemos generar la tendencia de consumir cada vez más aquello que percibamos como nutritivo: lecturas que nos inspiren, películas que nos hagan viajar, cultivar vínculos que nos potencien y que a su vez potenciemos.
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