top of page
Buscar

Qué pensamos de nuestros pensamientos

Está amaneciendo a las 8:30 en Bariloche. La escena es imponente, no se llega a ver el sol pero sí un anaranjado fluorescente que se asoma detrás de las montañas, enciende las nubes y rebota en el paisaje. El aire está helado.


A esa hora mi cabeza está adormilada, como un cachorro dormitando al sol de otoño. Un sopor, un disfrute. La miro desde afuera, mientras se va asomando. No le pido grandes decisiones, la dejo andar todavía a tientas. Y en ese estado escribo en mi cuaderno y desagoto mi pensamiento. Escribir de mañana, a mano y sin racionalizar, es como una ducha mental, que deja mi cabeza despejada para lo que sigue. A su vez, las chispas de ideas que surgen en ese estado, a veces, resuelven asuntos que estaban medio atascados.


Esta mañana en el altillo charlábamos sobre la racionalidad, cómo es un recurso increíble, pero que no tiene sentido usar todo el tiempo. Es una gran herramienta pero no sirve para todo. El sábado di un curso que justo me demanda una mente encendida, andando a todo vapor: lucidez, sinapsis rápidas, combinadas con lectura ambiente. Mi cabeza terminó agotada y mi cuerpo también. Mi cuerpo, que disponibilizó la energía para ese nivel de foco, pero que además fue quien portó durante cuatro horas esa mente a todo vapor. Después del curso entré en stand by, dije pavadas, comí helado, hablé poco. Mi cabeza entró en modo avión.


Me parece interesante darle cierta materialidad al pensamiento, no imaginarlo solo como una abstracción sino como algo más palpable, que a veces puede necesitar descanso, a veces se traba o precisa una palmadita. Poder conocer sus momentos del día, más lúcidos y más adormilados. Saber qué le hace falta si lo vamos a poner en acción de manera intensa, cómo precisa que nos alimentemos antes, durante, después, qué tipo de descanso o estímulos le suman.


Construir un vínculo de complicidad con nuestra mente implica un poco todo eso. Considerarla cuando sabemos que va a estar exigida, generando un contexto amable, y saber que vamos a contar con ella, justamente porque en la medida de lo posible, las condiciones están dadas. Y cada tanto bajar la térmica, apagarla un poco, dejar que se resetee, y también nuestro vínculo con ella.

 
 
 

Comments


bottom of page