✈️ Hoy me desperté en modo avión. Nada entraba ni salía de mi cabeza. No había nada nuevo ni nada antiguo. No era una nube vaporosa, ni sentía la cabeza como un tupper. Mi pensamiento era un músculo macizo y funcional que coincidía como un molde con mis acciones. Acciones simples como deambular por la casa, descolgar la ropa y doblarla, tomar un mate.
🙃 Después salí a caminar, y mientras andaba empezaron a aparecer algunas ideas, estimuladas por el movimiento, por el aire, por el sol del domingo. Hoy no eran muchas las ideas, pero había una pregunta que me daba vueltas con más intensidad: ¿qué hacer en esta etapa con mi poesía, cómo seguir? Si bien tal vez parezca un pensamiento profundo, la respuesta se presentó de manera bastante concreta y material. Y en mi cabeza tan muscular de hoy fue simplemente ordenar: primero esto, después esto y finalmente esto.
👀 Volví a casa y agarré un libro. Enseguida lo dejé y me puse a cocinar. E inmediatamente mi cabeza se ensambló con mi accionar y recuperé el modo avión y un silencio macizo y apacible.
🤷🏽 Quienes me conocen saben que aunque sea una persona de poner las manos en la masa, soy de pensamiento vaporoso, y de ese vapor cada tanto aparece con la claridad de un rayo una idea o un asunto que pide su lugar. Pero mientras tanto todo bulle, burbujea, sin contornos claros, sin precisión específica.
💪🏽 Por eso, esos días en que el pensamiento es músculo, me entrego a eso, me entrego a la materia de la idea, al cuerpo. Son días en que con mucho amor podría poner límites, definir mi territorio o cocinar una sopa. Porque básicamente la cabeza no está por un lado y el cuerpo por otro, sino que desconocen lo que los separa y el conocimiento de uno se mezcla con el del otro.
👁️ Antes de irme les dejo un texto hermoso del filósofo francés Michel Serres: “En el atardecer de mi vida canto esta canción, para la instrucción de mis sucesores. Entonces, ¿qué va a hacer usted a la alta montaña, a su edad? A preparar mi escritura. Estudien, aprendan, por cierto siempre quedará algo, pero, por sobre todas las cosas, entrenen el cuerpo y confíen en él, porque él porque él se acuerda de todo sin molestias ni estorbos.
Sólo nuestra carne divina nos distingue de las máquinas; la inteligencia humana se distingue de lo artificial por el cuerpo, sólo por el cuerpo.”
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